jueves, 17 de enero de 2013

La partida de un hombre justo


La partida de un hombre justo

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El 14 de diciembre de 2012 falleció en Cartagena de Indias, Colombia, don Antonio Chamat Curi, tronco de una respetable familia de profesionales de esa ciudad. Tony, como lo llamaban cariñosamente sus amigos y familiares, fue un destacado comerciante y educador, pero sobre todo, un excepcional ser humano.

Comparto esta breve oración pronunciada ante sus cenizas.

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Antonio Chamat Curi ―al centro― con su esposa
Lucy y sus hijos y nietos en Cartagena. 

Fue hace un par de años, poco antes de partir de Cartagena, cuando apareció cargando un paquete forrado en plástico, amarrado con apretadas piolas y rematado por vueltas de cintas adhesivas por arriba y por abajo como si en su interior se ocultara un tesoro que no debía quedar a expensas de los piratas.

En el trajín de las maletas, los abrazos, las despedidas y las lágrimas que lo agobiaban ante la inminencia del viaje de cualquiera de los suyos, así fuera a Turbaco o al polo Norte, sólo atinó a decir que se trataba de algo muy valioso para él y que sólo yo podía ayudarle a recuperar. 

Uno de los viejos discos de acetato que
Tony guardaba como un tesoro.

No quiso entrar en detalles pero su característica sonrisa que siempre lo delataba, anticipaba una pilatuna o un momento de inmensa satisfacción. Lo cierto es que el envoltorio era lo suficientemente misterioso como para plantear más de una pregunta. Debía ser algo muy importante por su peso y su tamaño, pero sobre todo, por el preámbulo de la entrega y el extraño aroma de naftalina mezclada con olivares y sal marina que se impregnaba con solo tocarlo.

Ya en Bogotá, intrigado por el misterio, convencido de que allí no había títulos valores, escrituras, dinero, joyas ni herencias antiquísimas allende las fronteras dispuestas para el yerno cachaco, abrí el paquetón con el cuidado de un artesano y la curiosidad del arqueólogo. En su interior, estaba la más valiosa fortuna que he palpado en mi vida de diletante musical: ocho fabulosos discos de acetato con canciones grabadas en árabe por artistas famosos del Oriente Medio hacia 1950. Junto a una de las carátulas, Tony había pegado una nota corta escrita a mano en la que pedía en medio de disculpas y remilgos que le hiciera el favor de convertir en modernos cedés aquellos long plays que habían sido de sus padres libaneses.
  
Otro de los elepés de música árabe que
Tony pidió que fuera restaurado.

La petición, antes que un favor, se convirtió en un excitante compromiso porque estaba seguro de que en esos cantos trepidaban las raíces libanesas de mi suegro, de sus hijos y de sus nietos, unos orígenes signados por la riqueza de una civilización milenaria escarnecida por los horrores de la guerra, las ambiciosas invasiones, la intolerancia racial, la persecución a los católicos y el cruel desarraigo.

 
Carátula de los uno de las
producciones más populares
de la cantante libanesa Fairuz.

Para traspasar aquellos antiquísimos sonidos captados con técnicas primarias y adaptarlos a la tecnología de punta del siglo XXI primero fue necesaria una profunda limpieza para arrancarles hongos, tierra del trópico y salitre caribeño. Luego, todos esos surcos milimétricos se introdujeron a un computador doméstico que les restauró la lozanía de 60 años atrás. Al final, hallé una sinfonía de instrumentos exóticos, sonidos guturales, ritmos fascinantes y ambientes excitantes que en mi mente dibujaban caravanas interminables huyendo del salvajismo turco, desiertos dorados plagados por tiendas diminutas y cedros gigantes que como enviados de Dios prodigaban calor en invierno y frescor en verano.


 

El libanés Wadi El Safi, es uno de los artistas

más prestigiosos del Medio Oriente.

Tan pronto recibió su tesoro transformado en tres cedés que cabían en una mano, Tony se dedicó horas enteras a degustar cada tonada, a tararear ritmos ancestrales que canturreaban sus viejos recién llegados al Chocó y luego a Cartagena. Lucy me contó que durante largas horas repasaba el árabe disfrutando la romántica voz de Fairuz. Que se emocionaba como un niño escuchando, una y otra vez, la tesitura nostálgica de Wadi El Safi con sus poemas a las mujeres que se aman hasta el fin de los tiempos, a las cosechas de dátiles, a los colores de la berenjena, el olor del garbanzo y el suave sabor de un cordero impregnado en el shawarma
Una de las últimas fotos de Tony Chamat con Lucy.
Tenjo, Cundinamarca, junio de 2012.

 Olvidaba decir que entre el cargamento de discos árabes, apareció envolatado un elepé de viejas cumbias colombianas. En su interior, el disco tenía una dedicatoria en preciosa caligrafía de 1966: «Para Lucy Barrios, con todo mi cariño». Al leerla, entendí en toda su dimensión la formidable mixtura que brotó a comienzos del siglo XX cuando grupos de inmigrantes sirio-libaneses ―los perversamente llamados turcos― salieron de puertos mediterráneos embutidos en cascarones que hacían las veces de barcos huyendo de la violencia religiosa y la discriminación racial. Familias enteras llegaron a Colombia cargadas con el más maravilloso de todos los equipajes: la bendición divina. Aquí encontraron una nueva patria, amores renovados, amigos generosos y negocios que solo estaban en sus cabezas.
  
Miembros de familias libanesas, entre ellas algunos Chamat y Curi, 
durante una fiesta en el barco que los trajo del Líbano a Colombia.

Aquellos barcos que desafiaron el oleaje impredecible del Atlántico inundaron las costas del Caribe con su cargamento de ilusiones, sus cantos de califas, sultanes y huríes, su lengua enrevesada que pronto se adaptó a la jerga costeña. Aquí sembraron semillas de trabajo en la tierra fértil de los calamarí, araron en predios de los zenúes y se encontraron con los africanos arrancados de su patria por los negreros. Aquí también se enamoraron y hoy ―cuando ha pasado un siglo de la más importante migración en la historia colombiana― los árabes de distintas nacionalidades están presentes en las artes, el empresariado, el periodismo, la publicidad, la medicina, la educación, la política, el deporte y hasta en las ventas populares que ofrecen quibbes, yabraks y tahine como si fueran productos nacidos al lado de gaitas y tambores. (Lea cómo decenas de familias provenientes de Siria y Líbano llegaron a Colombia).

 
Celebración del último cumpleaños de Tony Chamat
con Lucy y sus amigos Toño Segovia (QEPD) y Camilo Restrepo.

Entre esos descendientes de inmigrantes está Tony Chamat Curi, uno de aquellos escogidos que, según Isaías y el libro de los Proverbios, aparecen excepcionalmente en contadas generaciones. Él era un hombre justo y de alma transparente que sin aspavientos levantó un hogar en medio de la lucha diaria, sin renegar del destino, sin pelear por el prurito de no perder, sin avasallar al otro para imponer ideas. Lo hizo solo, gracias a la bendición de Dios, y a las manos de Lucy Barrios Carrasquilla, un ángel guardián cartagenero que lo acompañó durante 45 años.
  
María Alejandra Silva Chamat, la primera nieta, baila el vals
de los 15 años con su abuelo en Cartagena de Indias.

Esta pequeña evocación sobre la música de sus ancestros y las cumbias y los porros que lo ataban a dos tierras, me permite ver en la última línea del mar de Cartagena aquel endeble vapor que trajo a los suyos. Ya no es el cascarón de los años 30 sino una moderna nave del nuevo siglo en la que Tony entrega la posta a sus cuatro hijos exitosos y a la fila de nietos para quienes su inconfundible voz de trueno escondía una sonrisa infantil capaz de desarmar cualquier espíritu.

Al repasar el ejemplo vital del esposo, el padre, el abuelo, el amigo, el paisano y el educador que bromeaba con grandes y niños como si él fuera un ‘pelao’ más, deseo homenajearlo con los versos de Rodrigo Silva Ramos, un poeta musical de mi tierra huilense:

«Recuerdo que de niño
con él jugaba yo
que me contaba cuentos
hasta que un día murió.

Mi pelo se ha llenado
de blanca ensoñación,
recuerdos que inundaron
de llanto el corazón.

Ya se murió mi viejo,
ya se murió mi viejo,
ahora el viejo soy yo».

(Fragmentos del pasillo Se murió mi viejo).

Cartagena de Indias, 18 de diciembre de 2012         




lunes, 31 de diciembre de 2012

Una leyenda llamada Buitrago ---------------------...

(Este blog está protegido por las leyes de derecho de autor. Por tanto, está prohibido copiar o transcribir para medios impresos y electrónicos la totalidad o cualquier aparte de esta crónica sin el permiso expreso y escrito del autor).
 
Desde el atrio, blog de Vicente Silva Vargas: Una leyenda llamada Buitrago  La historia de Guillermo Buitrago, el más cél...

Una leyenda llamada Buitrago ---------------------...

(Este blog está protegido por las leyes de derecho de autor. Por tanto, está prohibido copiar o transcribir para medios impresos y electrónicos la totalidad o cualquier aparte de esta crónica sin el permiso expreso y escrito del autor). 
Desde el atrio, blog de Vicente Silva Vargas: Una leyenda llamada Buitrago  La historia de Guillermo Buitrago, el más cél...

domingo, 30 de diciembre de 2012

Una leyenda llamada Buitrago

Una leyenda llamada Buitrago

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 La historia de Guillermo Buitrago, el más célebre cantor de fin de año en Colombia. Su cinematográfica vida es tan fascinante como el mundo de sus alegres melodías.

(Este blog está protegido por las leyes de derecho de autor. Por tanto, está prohibido copiar o transcribir para medios impresos y electrónicos la totalidad o cualquier aparte de esta crónica sin el permiso expreso y escrito del autor). 


Carátula del célebre larga duración que incluye
el himno de Año Nuevo.


 
Un personaje irremediablemente ligado al sentimiento de los colombianos y cuyo nombre nunca pasará de moda, es Guillermo de Jesús Buitrago Henríquez, el célebre intérprete de La víspera de Año Nuevo y compositor de por lo menos 30 melodías que por su particular estilo y su entrañable sabor decembrino han hecho las delicias de varias generaciones.
 
A Buitrago ―además de su inmenso legado― se le debe reconocer que fue el músico que más discos grabó en los años cuarenta cuando los cantantes y las orquestas grababan en vivo en las pocas emisoras de radio de entonces o en los estudios artesanales montados por empresarios interesados más en la música que en el billete. Fue él junto con Julio Bovea, quien inició la grabación de viejos y nuevos vallenatos con guitarras y, como si fuera poco, fue el primer intérprete de dos ilustres desconocidos de entonces: Rafael Calixto Escalona Martínez y Emiliano Zuleta Baquero, el Viejo Mile. Al primero le grabó nada menos que El testamento ―con los Trovadores de Barú, conjunto del cual formaba parte José Benito Barros―, y al segundo le interpretó La gota fría, paseo que durante muchos años se conoció con el título nada comercial de Qué criterio. Por esa y otras razones, el Nobel Gabriel García Márquez, al contrario de otros gurúes del vallenato, dijo hace algunos años que Buitrago tenía el doble mérito de haber sido el primer artista en comercializar la música vallenata y de promocionar las obras de otros compositores que después ganaron renombre.


Foto del álbum de la
familia Buitrago Henríquez
 
Buitrago, un hombre alegre, dicharachero, de buena pinta y caribeño total, supo transmitir su alegría a públicos diversos, desde aquellos que atiborran las casetas populares y los clubes de socios linajudos, hasta aquellas familias modestas que viven en los campos y las barriadas de invasión. Pero su vida fue áspera, trepidante, fugaz y tan diferente a su regocijo artístico que bien podría contarse en cine o televisión con rotundo éxito. Muy niño perdió a su madre, oriunda de Ciénaga, y para ayudar al sostenimiento de la casa tuvo que aprender el peligroso oficio de polvorero y colaborar con su padre, un comerciante paisa. Apenas entrado en la adolescencia, aprendió a tocar guitarra y a cantar en su Ciénaga natal, ciudad del Magdalena donde se desarrollaron casi todos los acontecimientos que motivaron sus canciones. Tan pronto llegó a los veinte años, el hambre de triunfo, los apremios económicos y su capacidad artística lo obligaron  a recorrer pueblos, veredas y ciudades como un auténtico juglar que buscaba espacio para contar la vida cotidiana en forma de canciones.
 
Radio Magdalena, Emisora Atlántico, La Voz de la Patria, Ecos de Córdoba, Emisora Variedades y Emisoras Unidas, lo vieron nacer como artista y le ayudaron en sus triunfos como músico genuino. Los éxitos lo abrumaron casi sin darse cuenta y muy pronto fue contratado para presentaciones en emisoras y clubes de Bogotá, Cali y Medellín. Mientras tanto, sus discos llegaron con rapidez a México, Argentina, Venezuela, Ecuador, Perú, Cuba, Panamá, Costa Rica, Honduras, Nicaragua y otros países que lo admiraban como sólo ocurre con los ídolos.

 
El Mono Buitrago, en el cénit de su
carrera como compositor y cantante
de vallenatos en guitarra.
 
 
De Guillermo Buitrago y sus muchachos ―como se llamaba el conjunto de guitarras, guacharaca y a veces clarinete e integrado por Carlos El Mocho Rubio, Efraín Torres y Ángel Fontanilla― se conservan unas 150 melodías que gracias al prodigio de la tecnología digital hoy se pueden disfrutar como hace seis décadas cuando la gente hacía cola en los almacenes para comprar un disco de 78 revoluciones por minuto que se le entregaba al cliente ocho días después. Del apreciable listado de paseos, merengues, sones y porros de su autoría grabados casi todos con unos cuantos rones entre pecho y espalda en los estudios de Discos Fuentes, de Cartagena, sin lugar a dudas, los más populares son Ron de vinola, Grito vagabundo, El huerfanito, Compae Heliodoro, La araña picúa, La piña madura, La hija de mi comadre, Las mujeres a mi no me quieren y La Capuchona.
 
Capítulo aparte merece La víspera de Año Nuevo, que se escucha en  gran parte de América Latina en la  versión original del Mono Buitrago a quien de manera equivocada, durante casi medio siglo, se le atribuyó la creación de este merengue que en realidad es de la autoría de Tobías Enrique Pumarejo, Don Toba, quien decidió relatar en una ambiente entre nostálgico y jocoso, ‘la perdida’ el día de Año Viejo con su novia Doris del Castillo Altamar. Este personaje, respetado en el viejo Magdalena por su alta posición social, sus memorables parrandas e importantes cantos como Callate corazón y Mírame fijamente, tan poco le importó la fama que sólo admitió la autoría de la composición que lo hizo famoso poco años antes de fallecer en 1995.

 
Otro de los LP exitosos de Buitrago y sus muchachos
 
 
Guillermo Buitrago pasó a la historia por su extraordinaria obra musical ―desempolvada todos los diciembres en un extraño revoltijo de nostalgia, sinsabores, alegrías, satisfacciones y cumplidos― pero también por su vida azarosa que, como si fuera el remate de una película de misterio,  terminó en tragedia el 19 de abril de 1949. Según versiones de la época no demostradas y que al parecer son simples rumores novelescos, el famoso Mono apareció muerto junto a la puerta de su casa con una botella de cerveza en una mano, 19 días después de haber cumplido 29 años de edad. Falsa o cierta esta versión, lo que sí está probado es el arribo a Ciénaga aquel día aciago de un empresario artístico con quien se había comprometido a firmar un contrato que lo haría famoso en el mundo: la grabación de varios discos con la Orquesta Casino de La Playa, una de las más importantes agrupaciones de música tropical de Cuba.
 


Una de las últimas
fotos del artista.
 
 
Como todas las partidas intempestivas de las estrellas de la música, el cine o la literatura, mucho se dijo sobre las causas de su muerte pero nada se ha probado y quizá nunca se sabrá la verdad. Algunos dijeron que murió desnutrido y tuberculoso, otros afirman que lo mató la cirrosis asociada a su vida desordenada, unos más hablan de una pulmonía severa y hay quienes especulan con una sífilis mortal contraída por sus múltiples relaciones con mujeres que lo asediaban.


Portada del excelente libro biográfico
escrito por Édgar Caballero Elías.
 
 
Sin embargo, en su pueblo natal ―donde todos los años se le recuerda con la celebración del Festival Nacional de Música con Guitarra que lleva su nombre― amigos y parientes decían que murió envenenado por un músico envidioso que nunca pudo soportar el fulgurante ascenso del llamado ‘Trovador del Magdalena’. Cualquiera que haya sido la causa de su muerte, su obra ya un patrimonio nacional que hace décadas traspasó las fronteras de la inmortalidad al presentarlo como uno de los padres del vallenato.
 
 

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Algunos datos fueron tomados de los libros Guillermo Buitrago, cantor del pueblo para todos los tiempos, de Édgar Caballero Elías (Discos Fuentes, Medellín, 1999) y Cultores de la música colombiana, de José I. Pinilla.

Otros datos se  tomaron datos de http://festivalguillermodejesusbuitrago.com/Buitrago.HTML.
 
Las fotos fueron tomadas del libro del señor Caballero Elías.
 
 

 
 

 

 

 

 

lunes, 24 de diciembre de 2012

Aproximación a una antología musical de diciembre

 Aproximación a una antología musical de Aquellos diciembres


 Carátula de uno de los elepés
tradicionales en las navidades colombianas.


Por Vicente Silva Vargas

Diciembre es el más costoso, agitado, comprometido y, sin lugar a dudas, el más sabroso y alegre de todos los meses. Esa felicidad no sólo se debe al significado cristiano, a los regalos y a las reuniones familiares sino también al estrépito que con anticipación arman los locutores y animadores ―ahora llamados disyoqueis o ‘diyeis’― cuando anuncian en pueblos y ciudades: “¡La música de diciembre... desde septiembre!” 

 

Guillermo Buitrago, al centro, símbolo indiscutible de
la música festiva de Navidad y fin de año en
Colombia y muchos países de América Latina.
Basta oír las primeras notas de Guillermo Buitrago o el pegajoso ritmo de Tutaina, para que la piel se erice y todo se predisponga para disfrutar ese variado ambiente que va desde las tiernas velitas del siete de diciembre, los árboles coloridos y los pesebres primorosamente elaborados, hasta la tentadora gastronomía que revuelve sin contemplaciones al agringado pavo con la almibarada nochebuena opita.

Todo este ambiente sería imposible en Colombia si no fuera por la música popular de Navidad y Año Nuevo, a la que muchos de nuestros compositores e intérpretes han contribuido profusamente hasta el punto de que porros, cumbias, paseos, merecumbés y merengues son por ésta época los reyes de emisoras, clubes, discotecas y casas de familia en buena parte de Latinoamérica.

Uno de los reyes de la música tropical,
incluida la de Navidad, es José Benito Barrios.

Como un modesto homenaje a esos juglares, vale la pena intentar una breve antología de esa música, infaltable en la vieja discoteca familiar de todo buen colombiano e imprescindible por éstas calendas, cuando de mover la angarilla se trata”. No sobra advertir que en esta lista imperan algunos gustos personales y que, como todas las selecciones, la siguiente es absolutamente arbitraria y por tanto, admite adiciones, supresiones, modificaciones, alteraciones e interpretaciones.

 El mexicano Tony Camargo hizo famoso
El Año Viejo, del colombiano Crescencio Salcedo.

Dentro de la llamada música bailable ―esa que se desempolva cuando asoman los nostálgicos lagrimones― no se pueden dejar de lado estos temas colombianísimos: El Año Viejo, de Crescencio Salcedo; La víspera de Año Nuevo, de Tobías Enrique Pumarejo; 24 de diciembre, de Francisco Antonio el Mono González; Diciembre Azul, de Edmundo Arias; La Negra Celina, de Cristóbal Pérez; Micaela y La puerca, de Luis Carlos Meyer; Brisas de diciembre, de Rufo Garrido; Los camarones, de Julio Torres, Aquellos diciembres, de Los Falcons, Arbolito de Navidad y Navidad negra, de José Barros y toda la magnífica obra del inolvidable Guillermo Buitrago Enríquez (Dame tu mujer José, Ron de vinola, La Capuchona, Grito vagabundo, Compadre Heliodoro, La hija de mi compadre, El huerfanito, La araña picúa, etc.).

El colombian Kike Santander compuso la totalidad de las
canciones de este famoso cedé de la cubano-americana Gloria Estefan.

Es imposible ignorar el grupo de composiciones alegres ―aplicables a toda la temporada― que le hizo el colombiano Kike Santander a Gloria Estefan como Farolito, Abriendo puertas, Tres deseos, Más allá, La parranda, todos ellos éxitos mundiales. A ellos hay que sumar todo el aporte de artistas como el venezolano Hugo Blanco con El burrito sabanero, el dominicano Billo Frómeta y su Año nuevo vida nueva, los portorriqueños Benito de Jesús con Cantares de Navidad, Richie Ray y Bobby Cruz con Bomba de Navidad y Qué bella es la Navidad y la cubana Celia Cruz que hizo elepés completos con música navideña de diferentes autores (Feliz Navidad, Aguinaldo antillano, El cha cha chá de la Navidad, Bachata de Navidad, etc.).

 En un cuatro, instrumento
típico venezolano, Hugo Blanco
hizo El burrito sabanero.

En la parte estrictamente navideña la lista la encabezan algunos villancicos españoles, venezolanos y colombianos, caracterizados en su mayoría por sus curiosos o  incomprensibles nombres, entre los que resulta imposible olvidar a Tutaina, Antón,  Zagalillo, Los peces en el río, Rin rin, Dónde será pastores, La nanita nana, Pastores venid, Campana sobre campana, Vamos pastores vamos y muchos otros que tienen embolatado su origen como su autor pero que con su estilo compaginan la alegría de una música tierna y elemental con el encanto del pesebre familiar.

 Carátula de uno de los discos
que contiene El tamborilero.

El notable aporte nacional en materia de villancicos ―género musical que en sus remotos comienzos europeos no tuvo carácter religioso― empezó con importantes composiciones de carácter litúrgico en tiempos de la Colonia y la Independencia y se fortaleció en la tercera década del siglo XX con la aparición del disco grabado y la radiodifusión que al rescatar viejas tonadas que se cantaban en las iglesias o permanecían  en la tradición oral, facilitaron la masificación de una costumbre.

Como fruto de esa difusión, aparecieron villancicos en ritmos colombianísimos como el bambuco y el pasillo que rápidamente se popularizaron en parroquias y hogares. Dos de ellos son Niño divino, creación de gran maestro nortesantandereano Luis Uribe Bueno y Ha nacido el niño, de las hermanas antioqueñas Lucía y Helena Espinosa con música de Camilo García, integrante del Dueto de Antaño. Sin desconocer cantos relacionados con la Sagrada Familia o personajes del pesebre como los alabaos navideños y los arrullos al Niño que son parte de la cultura de las comunidades negras del Pacífico y a riesgo de omitir involuntariamente a importantes artistas y sus obras, es obligatorio citar cinco composiciones recientemente rescatadas por la magnífica la Orquesta Filarmónica de Bogotá. Se trata de Villancico colombiano, Sueño de Navidad Bun za ba da, de Arnulfo Briceño; Ha nacido el niño (distinto al citado renglones atrás), de Jesús Pinzón, y Viene el Salvador, de Jesús Darío Peña.  
         

Carátula del cedé de villancicos publicado
por la OFB.

Otra tanda de villancicos no emparentados con lo tropical  la encabezan Jingle bells, del estadounidense James Pierpont, Blue Christmas, de Jay W. Johnson y Billy Hayes, y aquel que recuerda la leyenda de Rudolph, el reno de la nariz roja, de Johnny Marks y Robert May. Desde luego, aplican en este apartado Noche de Paz, de los austriacos Franz Xaver Gruber y Joseph Mohr, El tamborilero, canto de procedencia checa que fue traducido por la pianista estadounidense Katherine Davis a quien se le atribuye su ‘creación’ junto con Harry Simeone y Henry Onorati, y Feliz Navidad, de José Feliciano.

En este salpicón decembrino caben canciones tristes o, si se quiere, lacrimosas, ya que esta época es propicia para todo tipo de emociones como quiera que abundan aquellos que aman a diciembre como también existen los que lo aborrecen por sus costos, su manipulación mercantilista o quizá porque las penas del corazón son superiores a cualquier manifestación de jolgorio.


 El barranquillero Luis Carlos Meyer, llamado el 'Rey del
porro', es otro de los compositores colombianos
que ha animado los fines de año. 

Entre estas tristonas caben ¿Dónde están los juguetes? y Cinco pa’ las doce, del venezolano Oswaldo Oropeza; Canción para la Navidad y Navidad, de José Luis Perales; Maldita Navidad, de Gabriel Romero; El ausente, de Pastor López; Campanas de Navidad, de Jorge Villamil ―villancico el ritmo de sanjuanero totalmente olvidado por nuestras emisoras― y Lindo diciembre, vallenato de Miguel Herrera en la voz de Jorge Oñate.

 Aunque no están todas las canciones que deberían estar y algunas podrían no incluirse en esta antología, lo indiscutible es que todas ellas forman parte de nuestras vidas y que, gracias a los convencionales medios de comunicación, internet y a las cada vez más penetrantes redes sociales, podremos revivir así sea en forma pasajera, el espíritu de la Navidad, ese sentimiento alegre y solidario que debería gobernarnos todo el año.


¡Feliz Navidad!


















martes, 18 de diciembre de 2012

La monja que modernizó la Novena de...

La Novena de Aguinaldos, reescrita a finales del siglo XIX por la bogotana Bertilda Samper Acosta −conocida también como madre María Ignacia− contiene numerosas palabras y expresiones que muchos leen con curiosidad, así no sepan su significado ni su origen. Esta tradición tan arraigada entre los colombianos es, sin duda, un auténtico patrimonio inmaterial de la Nación. Y es tan valioso e importante que, incluso, no es raro ver en el rezo de la Novena a no creyentes o a practicantes de otras confesiones. 

También es necesario recordar por estos días quienes son algunos personajes, nombres y denominaciones propios de la Navidad
que desde tiempos remotos nos acompañan en silencio.

En las siguientes líneas Radio Nacional de Colombia les ofrece un breve glosario de la Navidad y la icónica Novena de Aguinaldos.

 ¡Feliz Nochebuena!



Abraséis
Del verbo 'abrasar'. En su acepción pertinente se refiere a algo dicho de una pasión, especialmente del amor (agitar o consumir a alguien).

Adonaí potente
Palabra de origen hebreo que equivale a  ‘Mi Señor’


Adviento
En la Iglesia católica, tiempo litúrgico de cuatro semanas anteriores al 25 de diciembre en las cuales los creyentes se preparan para Navidad.

Aguinaldos
Regalos que se entregan en Navidad o en la fiesta de la Epifanía (6 de enero). También son inocentes juegos navideños en los cuales el perdedor entrega un regalo al ganador.

Altos ministerios
Servicios estables y de gran responsabilidad que presta la Iglesia a su feligresía por medio de un ministro que puede ser sacerdote, obispo o diácono.

Ángeles
Simbolizan la presencia de mensajeros de Dios en momentos cumbres como la encarnación y el nacimiento de Jesús.

Árbol de Navidad
La tradición dice que san Bonifacio sembró un pino para reemplazar un árbol utilizado por paganos de Europa para adorar a su dios y lo adornó con manzanas (símbolo del pecado original) y velas (Jesús, luz del mundo). También señala la tradición que el tronco representa a Dios, las ramas equivalen a sus brazos protectores y las hojas a sus hijos.

Belén
Poblado de Palestina donde nació Jesús.

Benignísimo
Persona extremadamente afable, benévola, piadosa, suave, apacible.

Bienhechor rocío
Se refiere al maná ―una especie de escarcha― que calmó el hambre de los israelitas en el desierto. Equivale a bendición.

Buey
Los Evangelios no lo mencionan en el pesebre. Sin embargo, como advirtió el papa Benedicto XVI, su presencia se infiere porque «El pesebre hace pensar en los animales, pues es allí donde comen».

Campanas
Su sonido se interpreta como un llamado de Dios a los hombres.

Cayado
Palo o bastón curvo en su parte superior. Lo utilizan los pastores en sus faenas. Hoy es el báculo del papa y los obispos.

Colores
Cada uno tiene un significado particular para la Navidad. Dorado: realeza de Jesús; blanco: luz del mundo; verde: esperanza; rojo: nueva vida.

Coronas
Representan poder y dignidad.

Divina esencia
Naturaleza divina y sobrenatural de Dios por encima de cualquier cosa o ser.

Do
Se utilizaba en la poesía antigua y equivale al adverbio ‘donde’.

Emmanuel
Es uno de los títulos del Mesías, el hijo de Dios, El Salvador y rey descendiente de David, prometido por los profetas al pueblo hebreo.

Encarnación
Acto misterioso mediante el cual el Verbo Divino tomó forma humana en el seno de María.


Epifanía
Fiesta que el catolicismo celebra cada seis de enero. Manifestación, aparición.

Estrellas
Recuerdan al cuerpo celeste que orientó a los Reyes Magos. También representan la luz que guía al cristiano.


Gozos
Breve composición poética en honor a María, el Niño Dios o los santos. Se divide en coplas, después de las cuales se repite un estribillo. Sinónimos: aspiraciones, afectos.

Herodes
Rey del imperio romano que gobernó en Judea, Galilea, Samaria y otros territorios del antiguo Israel. El Evangelio de Mateo afirma que este hombre, conocido como Herodes I el Grande, ordenó la masacre de niños inocentes de Belén en venganza porque los Reyes Magos no le informaron dónde nació Jesús. 

Humanado
Referido concretamente al Niño Jesús por hacerse hombre.

Incienso
Resina aromática originaria de Arabia e India. Se utilizada en ritos religiosos para alabar a las divinidades. La leyenda de los Reyes Magos señala que Gaspar lo regaló al Niño Jesús por ser Dios.

Jesé (raíz sagrada)
Hijo de Obed, nieto de Booz y padre de David de cuya estirpe proviene San José. Es la raíz familiar de donde procede Jesús.

Lirio de los valles
Tierna y fragante flor mencionada varias veces en La Biblia y que para los antiguos cristianos simbolizaba la segunda venida de Cristo.

Llave de David
El rey David, según la tradición judía, tenía la ‘llave’ de entrada al cielo. Por consiguiente, Jesús al ser su descendiente, también la poseía.

Luces / velas
Representan a Jesús, luz del mundo que ilumina la vida del hombre.

Lumbre de Oriente
Jesús, luz del mundo, nació al Oriente del mundo cristiano.

Madre María Ignacia
Poeta y monja bogotana que a finales del siglo XIX tomó una vieja novena de aguinaldos escrita por el fraile quiteño Fray Francisco Larrea para adaptarla a la idiosincrasia colombiana. Su nombre de pila era Bertilda Samper Acosta.

Mirra
Resina originaria de Turquía y Arabia utilizada para elaborar perfumes y ungüentos y embalsamar cadáveres. Según la leyenda, este fue el regalo de Melchor al Niño Jesús en su calidad de hombre.

Misa de gallo
Eucaristía de la media noche del 24 de diciembre para saludar la llegada de Cristo antes de que cante el gallo.

More
Del verbo morar. Significa habitar o residir habitualmente en un lugar.

Nacimiento espiritual
Según san Agustín, es el nacimiento sacramental de Cristo por obra del Espíritu Santo y el nacimiento moral o místico del alma creyente.

Mula
Aunque La Biblia no la menciona, la tradición católica la ubica en el pesebre junto al Niño, José, María y el buey.

Nardo
Planta que produce flores muy blancas y olorosas. En el antiguo Israel su extracto se utilizaba como un perfume fragante de altísimo valor.

Nana
Canto de arrullo a los niños. En Latinoamérica así se les dice a las abuelas y niñeras. Su diminutivo es nanita.

Navidad / Natividad
Nacimiento de Jesucristo. Época que va desde el 25 de diciembre hasta el Día de Reyes. 

Nazaret
Los cuatro Evangelios aseguran que en esta población transcurrió la vida privada de Jesús.

Nochebuena 
El  Diccionario Panhispánico de Dudas de la RAE la defiende como la ‘Noche de la víspera de Navidad', es decir, el 24 de diciembre.

Nochevieja
La última noche del año.

Novena
Oraciones, lecturas y otros actos piadosos practicados durante nueve días seguidos para adorar a Dios o venerar a la Virgen o a los santos. Cada día representa un mes del embarazo de María.

Omnipotente
Quien todo lo puede, atributo exclusivo de Dios.

Oro
El más precioso de todos los metales. La leyenda de los Reyes Magos dice que por considerarlo y auténtico rey, Baltasar se lo regaló al Niño Jesús.

Pandero / pandereta
Rústico instrumento musical formado por uno o dos aros provistos de sonajas o cascabeles y cubierto por un lado con un parche liso.

Papá Noel
Personaje originado en tradiciones muy antiguas ―anteriores al nacimiento de Jesús, probablemente en naciones nórdicas― y que el cristianismo adaptó a partir de la figura de San Nicolás de Bari, Italia, obispo y santo turco. En holandés su nombre es Sinterklaas, en inglés Santa Claus y en francés Père Noël del cual salió el latino Papá Noel.

Pastor
Persona que en tiempos bíblicos, guiaba y apacentaba las ovejas.

Pesebre
Representación del lugar en el que nació Jesús. Su propagación se debe a san Francisco de Asís quien lo presentó por primera vez, en el siglo XII, en vivo. También se le llama 'belén' o 'nacimiento'.

Pitillo / pito
Pequeño instrumento musical que al soplarse produce un sonido muy agudo.

Plantas
Parte inferior de los pies.

Prosternado
Arrodillarse o inclinarse por respeto.

Putativo
Alguien al que se tiene por padre, hermano o cualquier otro familiar pero sin serlo. Sinónimo: adoptivo.

Regalos
Simbolizan los dones que los sabios de Oriente llevaron al Niño Dios. También representan a Jesús como un presente de Dios Padre para la humanidad.

Reyes magos
Melchor, Gaspar y Baltasar son nombres creados por la tradición. No se ha probado si eran tres o más sabios y si se trataba de magos o astrónomos con título de reyes. Los restos  de estos hombres que tal vez eran de diferentes naciones reposan en la catedral de Colonia, Alemania.

Sacro
Perteneciente o relativo al culto divino.

Sagrario
Lugar del templo en el que se conserva a Cristo sacramentado.

Sapiencia suma
Referencia al Niño Jesús como la sabiduría eterna de Dios padre.

Tutaina
Expresión que hace parte del juego de palabras de un antiguo villancico español muy popular en Colombia pero sin ningún significado concreto.

Venerable Margarita del Santísimo Sacramento
Nombre adoptado por Margarita Parigot, monja francesa de la Orden del Carmen a quien el Niño Jesús se le apareció para pedirle que propagara por el mundo la devoción a su infancia.

Villancico
Canción popular profana compuesta o interpretada por los villanos (habitantes de las villas). Después, esta música de origen europeo que no constituye un ritmo propiamente dicho, adoptó temas religiosos que exaltan y alaban a los personajes centrales de la  Navidad. Por tanto, cualquier canción referida al Niño Dios, la Sagrada Familia y la Natividad, puede considerarse un villancico sin importar su ritmo ni origen. 

Zagal / zagalillo
Pastor joven.


Según la tradición, en esta arca de oro de la catedral de Colonia, Alemania,
se conservan las reliquias de los Reyes Magos.
Fuentes
Novena para el aguinaldo (Instituto Caro y Cuervo, 1987); Novena de aguinaldos (adaptada por la madre María Ignacia, 1960); Novena de Navidad, Arquidiócesis de Bogotá, 2013); Navidad (Reader's Digest, 2001); La Biblia (Reina Valera, 1960); Diccionario de la lengua española,  RAE 2001); ACI Prensa, (portal digital, 2013).