viernes, 1 de febrero de 2013

La canción que recuerda la masacre nazi en el Caribe colombiano


  

A propósito del controvertido fallo del Tribunal de Justicia de La Haya y el ancestral desdén continental hacia el archipiélago de San Andrés y Providencia, vale la pena rememorar con música el doloroso episodio en el que seis colombianos fueron asesinados por los tripulantes de un submarino alemán.

 Video que recrea la canción Alban flies to Colon, publicado en el disco
Música tradicional y popular de la isla de Providencia.
  
 
Se trata de un fox-trot llamado Alban flies to Colon compuesto tal vez en los años sesenta por Sigby Robinson, un nativo de la isla de Providencia que decidió registrar la más importante de las cuatro evidencias de la ‘participación’ de Colombia en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Según documentos oficiales de la época, registros de prensa y posteriores investigaciones periodísticas, la goleta colombiana Resolute fue atacada, sin que mediara ninguna circunstancia militar o política, por un poderoso submarino de guerra alemán identificado como U-172.
 
El barco colombiano de apenas 52 toneladas, era impulsado por un motor diesel que se dañaba con frecuencia por lo que era necesario utilizar casi en todos los viajes las dos velas. Aunque figuraba a nombre del raizal James Rankin, otros registros de la época indican que Simón Baena Calvo, un agente aduanero de Cartagena, era su auténtico dueño.


 
La Resolute, la goleta bombardeada y hundida en 1942
por un submarino nazi en aguas del Caribe colombiano.
 (Tomada de la monografía U-172, de Ricardo Rubio,
 
 
Las dificultades para la embarcación construida varios años atrás en Islas Caimán, empezaron en los primeros días de junio de 1942 cuando los fuertes vientos obligaron al capitán Joseph Alban McLean a pernoctar en Panamá y aplazar su viaje a Providencia con cinco pasajeros y mercaderías compradas en Cartagena. Superado el mal tiempo, el 14 de junio los tripulantes de la Resolute superaron otro escollo al rescatar a cinco oficiales y 23 marinos británicos que estaban a la deriva al ser bombardeados y hundidos sus barcos de guerra por submarinos alemanes que por esos días empezaron un ataque sistemático a costas de Estados Unidos y Canadá y embarcaciones de diferentes banderas que transitaban por el Caribe.
 

Además de rescatarlos y prestarles los primeros auxilios, aquel día, en otro gesto humanitario, el capitán McLean cambiar el rumbo de la Resolute y en lugar de tomar la ruta prevista hacia Providencia decidió llevar a los militares sobrevivientes al puerto de Colón, Panamá. Al día siguiente, los colombianos se encontraron en altamar con un convoy de barcos militares de Estados Unidos que enterados del rescate, recibieron a sus aliados para llevarlos hasta el istmo y devolverlos a las autoridades de su país.

 
Once de los doce ocupantes de la embarcación
atacada eran oriundos de Providencia.
(Foto de María Alejandra Silva). 
 
Submarino contra velero
 
Al retomar su viaje hacia Providencia, McLean, sus seis marineros y los cinco pasajeros le vieron la cara a la muerte al toparse de frente con el imponente U-boat, una de las mil 164 unidades sumergibles fabricadas por los nazis con la más alta tecnología de la época para desequilibrar la guerra en el mar, un frente poco explotado por los alemanes hasta entonces.


Aquella mañana del martes 23 de junio de 1942 la nave de acero, comandada por Karl Emmermann, uno de los tenientes de navío más prestigiosos del Tercer Reich, emergió súbitamente de las profundidades del Caribe ―exactamente en la posición 13.15 Norte, 80.30 Oeste― para atacar con cañonazos y ráfagas de ametralladora a la frágil embarcación de madera ocupada por doce civiles indefensos que nada tenían que ver con el gobierno del presidente Eduardo Santos ―tío abuelo del actual jefe de Estado, Juan Manuel Santos― cuyo gobierno había roto relaciones con Alemania e Italia, pero no había adoptado una posición beligerante contra los países integrantes del Eje.
 
El U-172 era un submarino de largo alcance tipo IXC, de los más avanzados de la flota diseñada por el gran almirante Karl Döenitz, el último führer alemán designado por Adolfo Hitler poco antes de morir. Estaba equipado con 22 torpedos, un cañón de 10.5 centímetros, seis ametralladoras y cuatro lanzagranadas y podía llevar 50 hombres armados. Los cinco mil caballos de fuerza de los dos motores transportaban cerca de 208 toneladas de combustible y podían mover sus 76.8 metros de largo y los 6.8 de manga a una velocidad 18.2 nudos sobre el agua y 7.3 estando sumergido.

Como si fuera poco, esta máquina de terror que además de Emmermann tenía como altos oficiales a Heinz Günter Shultz, Hermann Hoffmann y Lothar Dick, estaba diseñada para sumergirse con rapidez en profundidades superiores a los 200 metros, podía ubicar objetivos enemigos con facilidad y evadir su ubicación por parte de los ejércitos aliados.

 
Cubierta del submarino nazi U-172 que atacó a la goleta
colombiana. Seis personas murieron y seis más sobrevivieron.
(Tomada de www.uboataces.com).
 
 
Su prontuario como arma de guerra durante tres años de actividades por los mares de Europa, África y América lo dice todo: 26 embarcaciones civiles y militares hundidas, lo que equivale a más de 150 mil toneladas destruidas, y cientos de personas muertas. Gracias a la reciente desclasificación de archivos de guerra de Estados Unidos y Alemania, se ha conocido que entre sus víctimas hubo once barcos estadounidenses, diez británicos, dos noruegos, un panameño, un belga, un griego y la muy modesta goleta colombiana que como armas sólo tenían los cuchillos y tenedores de los cocineros.  
 
Según testimonios de dos sobrevivientes, Miguel Santana ―un santandereano que se desempeñaba como personero de Providencia― y el tripulante James Newball ―único viajero ileso y uno de los protagonistas de la canción― los alemanes le dieron varias vueltas a la motonave sin dar explicaciones de ninguna clase. Esa circunstancia impulsó al capitán McLean a izar la bandera colombiana, gesto que, al parecer, confundió a los alemanes que a metrallazos destrozaron uno de los dos mástiles, derribaron el pabellón y mataron al marinero Colbrook Archbold.

 
 
Con este cañón del submarino alemán fueron atacados los
marinos y civiles que viajaban en la Resolute.
(Tomada de www.uboataces.com).

 
Una nueva tanda de ráfagas dejó sin vida al cocinero Ignacio Baker y su ayudante Cliford Grant, le destrozó un dedo al personero e hirió en la cara a Doris, una joven a la que todos en le barco le decían la señorita Fox. Los alemanes ignoraron los pedidos de clemencia de los navegantes y riendo sin parar, acribillaron por la espalda a los esposos Tomás y Lucy Steel y a Albert, su bebé de un año, que en el intento desesperado por salvar sus vidas se colgaron de una de las barandas del barco.
      
Tres cañonazos que partieron el modesto barco por la mitad hundiéndolo en cuestión de minutos y la aparición en el cielo de un ruidoso hidroavión militar de Estados Unidos ―una poderosa nave de reconocimiento del tipo Martin PBM Mariner― marcaron el final de la incursión alemana en territorio colombiano. Como pudieron, los seis sobrevivientes nadaron hasta un endeble bote salvavidas, también ametrallado, que los llevó a la deriva durante más de dos días en los que aguantaron hambre y sed, soportaron el frío de la noche y sin otra protección que su ropa convertida en harapos, padecieron altas temperaturas. 
 
 
 
 Parte de la cubierta del U-172 en la que se observa
su emblema, Neptuno, rey de todas las aguas y
mares los mares según la mitología romana.
(Tomado de www.u-historia.com).
 
 
El jueves 26 de junio, ya entrada la tarde, los seis supervivientes ―el personero Santana, la señorita Fox, el capitán McLean, el contramaestre Garmen García y los tripulantes Manoa Hawkins y James Newball― llegaron a San  Andrés como si hubieran salido del infierno para relatar su increíble aventura, contarles a las familias de los seis muertos la verdad de su terrible drama y denunciar la agresión ante las autoridades locales que de inmediato reportaron el caso al Palacio de San Carlos.


Al conocerse la noticia en Bogotá, el Gobierno del presidente Eduardo Santos expresó públicamente su tristeza e indignación lo que impulsó la protesta espontánea de miles de personas que a salieron a las calles de las principales ciudades a pedir la declaratoria de guerra al régimen de Adolfo Hitler, pese a que Colombia ya había roto relaciones diplomáticas con Alemania, Italia y Japón. (Ver artículo del capitán Mario Rubiano-Groot Roman en  www.cyber-corredera.de/correderas/86.htm).


Más goletas hundidas
 
Un mes después, el 22 de julio de 1942, el turno le tocó al velero Urious, renombrado como Roamar para identificar las primeras letras de los apellidos Rodríguez, Arango y Martínez, sus tres dueños. Esta embarcación, más grande que la Resolute, fue obligada por la Armada a viajar entre Cartagena y San Andrés para llevar gran cantidad de víveres para los nativos que estaban aguantando hambre por la falta de alimentos debido a la guerra que se vivía en el Caribe y a donde ningún marino se atrevía a viajar por temor a los ataques de los nazis.


Comandada por el capitán de corbeta Samuel May Corpus ―declarado héroe nacional por aceptar el reto de atravesar el corazón caribeño en plena confrontación― la nave también fue atacada sin justificación con 22 disparos de cañón de 10.5 centímetros por el submarino alemán U-505. Trece personas, entre ellas el capitán y su pequeño hijo Harlie, murieron en las profundidades del mar.

 
 Un Martin PBM Mariner de los Estados Unidos ahuyentó
al submarino nazi pero su tripulación no hizo nada para
socorrer a las víctimas que permanecieron 52 horas a la deriva. 
 
 
Pese a los 19 muertos en el Caribe y las pérdidas económicas, el Gobierno demoró 16 meses en declarar el estado de beligerancia y para hacerlo fue necesario que otro submarino alemán ―el U-516― hundiera con 30 cañonazo a la goleta Rubby y matara a cuatro marineros, entre ellos el contramaestre Garmen García, uno de los sobrevivientes del salvaje ataque a la Resolute. Este atentado del 17 de noviembre de 1943 hizo que una semana después, el sábado 27, el Gobierno de Alfonso López Pumarejo declarara el estado de beligerancia con los germanos, restringiera las actividades particulares y comerciales de los alemanes residentes en el país y decretara el embargo de empresas tan importantes como la cervecería Bavaria, la aerolínea Scadta, la fábrica de tejidos Handel, la fabricante de envases Fenicia, el Banco Alemán-Antioqueño, la trilladora Tolima, entre otras.

 
Emmermann condecorado
 
La suerte de Emmermann y del U-172 fue muy distinta. Cinco meses después de la masacre del Resolute, el oficial que hundió varios barcos en los que murieron decenas de inocentes fue declarado héroe de guerra por Adolfo Hitler quien ordenó condecorarlo con la Cruz de Hierro y la Cruz de Caballero con hojas de roble. Meses más tarde comandó otro submarino, más poderoso que el U-172, y en los días finales de la guerra fue ascendido a comandante de una flota de nuevos sumergibles que desapareció con la rendición alemana.


El teniente fue declarado prisionero de guerra por las tropas británicas en 1945 cuando defendía el puerto de Hamburgo y luego fue juzgado por el Tribunal de Núremberg el cual determinó que «había sido un comandante hábil y humano, habiendo tratado de luchar de una forma limpia». (Ver: www.24flotilla.com). Después de salir de su breve cautiverio, el 2 de septiembre de 1945, regresó a Alemania donde se graduó de ingeniero, se dedicó a los negocios y escribió libros. En uno de ellos, sin entrar en mayores detalles, sostuvo que el hundimiento de la goleta se debió a que sus hombre no entendieron los movimiento de los tripulantes colombianos a los que en su bitácora menciona despectivamente como ‘no blancos’.

 

Karl Emmermann, comandante del
submarino U-172, a quien Hitler condecoró
por sus hazañas en los mares del mundo,
entre ellas, la masacre del Resolute.
(Foto de www.wehrmacht-awards.com).

 
Aunque es probable que los alemanes no supieran en ese momento que la pequeña embarcación era colombiana porque en el mismo diario de abordo se afirma que la bandera ‘posiblemente’ era de Ecuador o Venezuela, la confusión por los movimientos y la ignorancia respecto de los pabellones no pueden esgrimirse como excusa para masacrar a gente que a todas luces era indefensa.  
 
 
El submarino, que para los alemanes era su estrella más rutilante de los mares y para los aliados una bestia temible que debía destruirse a toda costa, terminó sus días derrotado y hundido en inmediaciones de las islas Azores, en España, luego de un múltiple ataque de destructores y aviones de Estados Unidos. El portal www.u-historia.com dice que el 13 de diciembre de 1943 «Cuando los otros destructores abrieron fuego y el U-172 empezó a incendiarse, la tripulación del U-boat decidió abandonarlo. El U-172 explotó mientras se estaba hundiendo. El comandante y 45 tripulantes fueron rescatados. Murieron 14 tripulantes».


 
Integrantes de Coral Group, los músicos de
Providencia que en su dialecto y con sus
instrumentos típicos narran la vida cotidiana.
(Tomado de la carátula de uno de sus discos).
 
 
La difusión de Alban flied to Colon 
 
El descubrimiento de la pegajosa melodía isleña que nos ha remitido a este interesante y poco difundido episodio de la historia colombiana, se debe al trabajo del investigador musical y catedrático Egberto Bermúdez y la Fundación de Música que en 1996 publicaron el álbum Música tradicional y popular de la isla de Providencia, interpretado en su totalidad por el conjunto típico Coral Group.


En esta producción, además de los contenidos en creole, el dialecto de la Vieja Providencia y San Andrés, se destacan exóticos instrumentos de percusión como el tinajo (tub bass) ―un elemento de percusión diseñado con una tina de zinc y una cuerda tensionada por una varilla que al ser pulsada produce un sonido que se asemeja al bajo― y la quijada de burro o caballo que los nativos llaman jawbone, aunque es de anotar que este tipo de órgano es común el otras regiones de Colombia como Boyacá, Santander, Cundinamarca, Tolima y Huila donde genéricamente se le llama carraca.
 
 
Estos instrumentos tan particulares, unidos a viejos conocidos como el violín, la mandolina, la guitarra y las maracas, permiten el disfrute de ritmos y danzas casi desconocidos en el interior de Colombia. Todas estas expresiones son una demostración de la riqueza cultural de una región ignorada y marginada de la que los colombianos nos acordamos cada vez que hay un incidente internacional. Ver y escuchar típicos calypsos y mentos llegados de otras islas caribeñas, valses austriacos con sabor Caribe, polkas bohemias y mazurcas polacas ejecutadas por afrodescendientes, quadrilles, chotís y galop heredados de mezclas europeas pero con olor a mar y cadenciosos fox-trots gringos interpretados por nativos, reconfortan el espíritu e invitan a tener una mirada sincera hacia los isleños. Eso es lo que proponen con exquisita sencillez los músicos de Providencia en el cedé del profesor Bermúdez.

 

El maravilloso mar de la isla de Providencia.
(Foto de María Alejandra Silva).

 
¿Y qué dice el fox-trot provindenciano en su creole? Pues nada relacionado con Hitler, Emmermann, Alemania, los aliados o la guerra. Simplemente relata que James Newball, uno de los tripulantes, se salvó de ser blanco de las balas nazis por su pequeña contextura física. Menciona que algunos sobrevivientes fumaron cigarrillos Camel en una balsa y que el capitán Joseph Alban McLean ―a quien se menciona solo por Alban― también salvó el pellejo al volar hacia Colón en el ruidoso hidroplano gringo que apareció por casualidad cuando terminaba el asesinato colectivo y que,  entre otras cosas, no hizo nada distinto a pasar por allí sin atacar a los alemanes ni prestarles ayuda humanitaria a los sobrevivientes.
 
 
Sobre la función de la música para contar y cantar realidades, es importante tener en cuenta el concepto expresado por el antropólogo e investigador Carlos Guillermo Páramo en una entrevista con el autor de este blog. Según él, «el hecho de que una obra carezca de letra o no hable explícitamente de determinados asuntos, no le resta valor contextual porque lo importante no está en lo que pueda decir la lírica sino en el sentido que a determinado momento o hecho quiso darle el autor al ponerle un nombre a una obra musical.» Lo importante, entonces, no es la narración expresa y detallada, sino el sentido de lo que se quiere contar.
 
 
A continuación la traducción, muy literal, de este magnífico canto.
  
Alban flies to Colon
(Fox-trot – Sigby Robinson,)
 Alban voló a Colón
en un hidroavión americano
Alban voló a Colón
en un hidroavión americano.
 
Alban voló a Colón
en un hidroavión americano
Alban voló a Colón
en un hidroavión americano.
 
Puedes oír esa máquina
rodar en el aire,
puedes oír esa máquina
rodar en el aire.
 
Puedes oír esa máquina
rodar en el aire,
Alban voló a Colón
en un hidroavión americano.
 
Jamesy era tan pequeño,
se escondió detrás del mástil,
Jamesy era tan pequeño,
ninguna bala le alcanzó.
 
Jamesy era tan pequeño,
se escondió detrás del mástil,
Jamesy era tan pequeño,
ninguna bala le alcanzó.
 
Alban voló a Colón
en un hidroavión americano
Alban voló a Colón
en un hidroavión americano.


Coral Group preparando una presentación
en un patio de Providencia.  
 

Los artistas
 
Coral Group está integrado por artistas nativos sin ínfulas de estrellas que mezclan su arte con modestos trabajos propios de la vida cotidiana de Providencia. Su director y autor de la canción, Willberson Archibold Robinson, es pescador, voz líder y maestro del violín y la mandolina. George Richard Hayman Archibold, también pescador, toca las maracas, es la otra voz líder y enseña danzas locales a los niños. La guitarra líder la pulsa Galborn Vinborn Williams, músico de profesión que desde el nacimiento del conjunto acompaña al director, Mr. Willy B. La guitarra armónica es tocada por un carpintero, Orlando McLean, también nativo de Providencia. La percusión es obra de un cachaco, un panadero y otro artista local. Se trata de Senén Rivera Rojano, que se quedó a vivir en las islas tocando la popular quijada de caballo, Ambrosio García, especialista en darle sabor al tináfono y Arnaldo Robinson Bryan, un virtuoso del  cencerro.
 
 
Esta contraportada del disco Música tradicional y popular de la
isla de Providencia muestra la variedad de ritmos del lugar. 
 
 
El valor histórico, político y cultural de Alban flied to Colon y de sus originales artistas vigentes en las islas pero ignorados por los grandes medios de comunicación y los empresarios que promueven con desespero a figuras de folletín, radica en la revelación muy alegre de un hecho trascendental en la vida de los raizales desde mediados del siglo XX pero prácticamente inédito para muchos colombianos del continente para quienes ―equivocadamente― las islas no tienen historia ilustre como la de los andinos porque están condenadas a ser un simple paraíso de mar, rumba y comercio.
 
 
El mar de Providencia también tiene siete colores.
(Foto de María Alejandra Silva).
 
 
Si hay algo de lo que pueden sentir orgullo los isleños, aparte del valioso protagonismo como vigías de un mar cercenado a finales de 2012 por una discutible decisión judicial, es haber puesto una alta cuota de sangre ―por lo menos 23 personas asesinadas, sin contar las probables víctimas de otra goleta llamada Los tres amigos― en la más grande conflagración padecida por la humanidad.