Intentar la traduccción de los nombres de algunos de los 37 municipios del Huila es un ejercicio divertido. Aunque las normas idiomáticas tanto del inglés como del castellano no obligan a traducir los nombres de ciudades, pueblos o lugares, no sobra bromear sobre cómo se diría Campoalegre, Carnicerías o Naranjal en esa lengua. En otras palabras, dejando de lado el rigor de las normas ortográficas o gramaticales y sin desconocer que muchos sitios son de imposible traducción, vale la pena ensayar una especie de 'opitenglish'.
Un acucioso colega
paisa envió a mi correo una simpática traducción o, si se quiere, una
adaptación al inglés de los curiosos nombres de más de 30 pueblos de la muy
variada geografía antioqueña. No contento con su risible listado, me invitó a hacer lo mismo con municipios huilenses que son menos
en cantidad a los de esa tierra en donde los arrieros de mediados del siglo XIX
y principios del XX fundaban pueblos en la misma proporción que tumbaban monte,
apostaban sus carrieles jugando naipe y canturreaban bambucos mientras apuraban
un aguardiente.
Al agradecer la invitación le advertí que en términos geográficos e históricos, aun contando con la asesoría de
reputados investigadores de la Academia Huilense de Historia como Delimiro
Moreno, Gabriel Calderón, Camilo Francisco Salas o Reynel Salas, no era fácil ‘mamarle gallo’ al inglés y muchos menos ensayar una versión en otro idioma de hermosos nombres aborígenes como Timaná, Oporapa,
Pital, Nátaga, Hobo, Yaguará, entre otros. Le expliqué que ni siquiera los
españoles con sus caballos guerreros y sus perros asesinos pudieron cambiar viejos nombres y que a pesar de perversos intentos nacidos como las malas yerbas, las alcaldadas han sido incapaces de modificar lo construido por la
tradición durante siglos.
El colega paisa,
insistente y positivamente retador como muchos de su tierra, recargó baterías
para contarme que traductores, periodistas y hasta humoristas de allá hicieron
el ejercicio como simple divertimento en tiempos de la globalización, las redes
sociales y la creciente irreverencia de las nuevas generaciones. De nuevo le
dije que no fuera ‘charro’, como les dicen allá a los cansones, pero al final
me convencí que si allá a Angelópolis le pueden decir Angel Town, a Titiribí la llaman
Titiriby, a Zaragoza la vacilan como Sara Enjoy, a Vigía del Fuerte lo traducen
Fort Look Out, a Santa Rosa de Osos le ponen el anglicado Saint Rose from Bears, The Eye Brow es
La Ceja y The Star quiere decir La Estrella, en el Huila no podíamos quedarnos
atrás a la hora de hacernos los gringos.
Apelando al
inglés que infructuosamente quiso inculcarnos Mister Luna ―el entrañable profesor garzoneño Elías Luna Llanos―, limitado a un modestísimo léxico de
aeropuerto, y abusando de la asesoría ad honorem de jóvenes pilosas de la familia
que hablan y escriben impecablemente el inglés, me di a la tarea de ‘adaptar’ a la
lengua de Shakespeare algunas de las poblaciones y ciertos sitios opitas. Así como no se
pudieron traducir los nombres de los seis poblados ya citados, también fue
imposible encontrar palabras, frases y expresiones equivalentes para Acevedo,
Aipe, Algeciras, Baraya, Guadalupe, Íquira, Paicol, Palermo, Pitalito, Rivera,
Suaza, Tarqui, Tello y Teruel.
Excepcionalmente, al tener el mismo equivalente en inglés, para el norteño municipio de Colombia se utilizaron las traducciones dadas para el país en francés y alemán. En el caso de ‘garzón’, palabra con siete acepciones en el Diccionario de la RAE, se tomó la referente a la «especie de las garzas reales, de cabeza sin pluma, pico muy largo, collar rojo, alas negras y vientre blanco», definición que corresponde a la del ave que dio su origen al nombre de Garzón.
Excepcionalmente, al tener el mismo equivalente en inglés, para el norteño municipio de Colombia se utilizaron las traducciones dadas para el país en francés y alemán. En el caso de ‘garzón’, palabra con siete acepciones en el Diccionario de la RAE, se tomó la referente a la «especie de las garzas reales, de cabeza sin pluma, pico muy largo, collar rojo, alas negras y vientre blanco», definición que corresponde a la del ave que dio su origen al nombre de Garzón.
Sin ánimo de
incomodar a filólogos, lingüistas, antropólogos, sociólogos, traductores,
historiadores y periodistas, solo por diversión y como un ligero bálsamo en
medio de tanta noticia trepidante y de personajes cada vez más detestables en
diferentes ámbitos, damos paso a nuestra modesta ‘transcripción’ literal ―para nada
académica, histórica ni nada que se le parezca― del opita al inglés, un ejercicio que tiene como
antecedente valioso el risible diálogo introductorio de Emeterio y Felipe en El Embajador,
sanjuanero de Jorge Villamil en el que Neiva y Garzón se convirtieron en las
inglesas ciudades de Neivayork, Neivapur y Garzonville.
Los 16 pueblos traducibles, acompañados de sus escudos oficiales ―algunos de ellos auténticos adefesios que agreden el buen gusto y la estética― son:
Garzón: Grey Heron |
Además de las anteriores poblaciones, hay lugares conocidos en todo el departamento que también pueden ser objeto de adaptación. De aquellos sitios que la memoria trae a colación, se rescatan los siguientes:
Carnincerías:
Slaughters
El Plan: The Level (zona entre el norte del Huila
y sur tolimense.)
El Vergel: The
Orchard
Estrecho del Magdalena: Magdalena's Narrow
La Resaca: The
Hangover
Llano de la Virgen:
Plain of the Virgin
Moroco: Morocco
(nombre del legendario prostíbulo garzoneño que traducido al español significa Marruecos).
Naranjal: Orange
Grove
Órganos: Organs
Puertoseco: Dryport
Ríoloro: Parrot's River
Entre otros puntos
geográficos, por las obvias razones expuestas, quedan por fuera nombres
emblemáticos como Bambucá, La Jagua, Pericongo, Caguán, Pacarní, Maito, La
Guandinosa, Los Dujos, Huila, Baché, Zuluaga, Quituro, La Mata, Matambo,
Guacirco, La Chaquira… ¡Y faltan datos de otros municipios!